(Por Christian Skrilec) Como una epidemia incontrolable de hepatitis, un brochazo de Turner, o una invasión de minions. Toda metáfora aparece ridícula o forzada, no hace falta simular ni explicar, la realidad política cambió, y se volvió PRO, pura y amarilla.
La alianza con el radicalismo, los acuerdos con el Frente Renovador, la construcción de consensos con el peronismo de intendentes y gobernadores, los pactos secretos con el “kirchnerismo”, todo es posible a partir de ahora. Un gobierno que haga historia y sea el punta pie de una modificación de la cultura política en la argentina, o un trasatlántico manejado por ineptos y arribistas que se pondrá de campana ante el primer oleaje.
El país primero, la Provincia después, y por último el municipio. No sólo están en el mismo mapa sino que están encadenados de arriba hacia abajo. Si el gobierno nacional le pifia, el efecto dominó es irreversible; si se yerra en la Provincia de Buenos Aires, la Nación puede auxiliarla pero el sacudón se siente en todas partes, y sobre todo en los municipios propios; si el que se equivoca es el gobierno municipal, todo es más fácil de arreglar, el margen es otro.
La nueva oposición, que también empezará a construirse a partir del 10 de diciembre, sea cuál sea y actúe como actúe, no debe cometer el error de subestimar a la fuerza creada por Mauricio Macri. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es un ejemplo. Es cierto que con otra realidad y otra economía, pero allí el PRO construyó poder, gestionó, y pudo transformarse de un partido municipal a una fuerza nacional que controla el país, provincias y ciudades, fundamentales para conformar un basamento electoral de largo aliento. Todo dependerá de los aciertos.
La apuesta a la pureza, conceptualizada por el principal asesor del PRO, Jaime Durán Barba, pagó fortunas. Al mando, con la lapicera en la mano, quedaron los propios. Pero con los propios no alcanza para gobernar. Rodríguez Larreta gestionará la Ciudad de Buenos Aires con las terceras líneas, los equipos principales a nación y a provincia. Los distritos que esperaban ayudas ejecutivas y técnicas, a la cola.
Los propios necesitan de los otros, y los otros quieren ser socios, no empleados. El desafío mayor de CAMBIEMOS, sobre todo en la Provincia y en los municipios, será escoger los funcionarios correctos, que no serán puros ni propios.
La provincia, las ciudades y los pueblos
La realidad bonaerense está a años luz de la Ciudad de Buenos Aires, la realidad de Quilmes es muy diferente a la de Berazategui, y la de Berazategui a la de Tornquist. No es lo mismo Quilmes Centro que Solano, ni Solano que La Matera. La sociedad está extremadamente fragmentada, hay diferencias no sólo económicas, sino políticas y culturales. Por supuesto que los denominadores comunes existen, pero son muchos menos que los que imaginamos. La importación de modelos de construcción política o gestión entre lugares tan diferentes, en general, y a lo largo de la historia, han sido un fracaso.
Para lograr el equilibrio y superar la fragmentación se necesita tiempo, para construir poder se necesita además de tiempo, inteligencia y recursos. El desafío del PRO no sólo es gestionar bien y mostrar el publicitado cambio, sino también construir el poder necesario para llevar esos cambios adelante. Es un cubo Rubik (Mágico), completar una cara no alcanza, hay que moverlo para que las seis caras queden armadas o el asunto no funciona.
Aunque al lector le cueste creerlo, el problema de estos días y este par de semanas no es como cambiar la realidad cotidiana, que va desde el cepo al dólar en lo macro al barrido de las calles en lo micro, de la inversión externa a los planes de cooperativas. El primer problema es conceptual, y hasta si se quiere filosófico: cómo, cuándo, dónde, por qué y con quién. Cualquier respuesta que dé el nuevo poder amarillo causará un efecto y marcará una dirección.
Muy pronto ya no habrá más tiempo para estas preguntas, y será el tiempo de los nombres, la política real, la ejecución y la gestión. Ni siquiera esta contratapa tendrá espacio para especulaciones y dilaciones conceptuales.
Gracias por leer.