(Por Christian Skrilec) Pedirle políticas de estado, consenso de ideas, y toma de decisiones en conjunto a la clase política, parece una tarea imposible. No se logra en el país, menos probable sería lograrlo en un municipio. Pero en la práctica, podría concebirse lo contrario, ya que los asuntos municipales son de menor envergadura que los nacionales, y a golpe de vista, más sencillos.
Pensemos y hagamos memoria, la única política constante y consecuente de los últimos veinte años del Municipio de Quilmes, fue la de instalar semáforos. Todos instalan semáforos. Semáforos importados, semáforos hechos en el taller de alguna escuela, instalados por privados, colocados por el personal municipal, en lugares necesarios y en cruces inexplicables. Semáforos solicitados por el pariente de algún funcionario o por la Sociedad de Fomento del barrio.
La instalación de semáforos, el municipio la lleva adelante casi naturalmente, sin demasiado conflicto, suponiendo todos que lo que abunda no daña. Es una obra barata y al Intendente, a este y a todos los anteriores, lo aplauden por un rato. El Jefe Comunal de turno se monta arriba de una escalera, en la caja de una camioneta, o sobre cualquier otro escenario improvisado, y dice “cumplimos con el reclamo histórico de los vecinos de este barrio, les trajimos el semáforo….”. Y ahí vamos, poniendo semáforos como única política de estado de la ciudad, todo lo demás, en veremos.
El discurso político se ha vuelto un slogan, hasta el discurso más ideologizado repite algún mantra que se transforma en consigna publicitaria, sobran ejemplos de los que aburren, desde la “década ganada” hasta “la gente quiere un cambio”, y lo que se necesitan no son slogans, son propuestas e ideas, y que esas propuestas e ideas sean consensuadas para que permanezcan en el tiempo y se tornen eficaces.
Menos teoría y ejemplos claros. Necesitamos discutir en que ciudad queremos vivir. No puede ser tan difícil. De los últimos 15 años, después del cataclismo del 2001, sólo hubo un intento interesante que terminó en la nada. Lo empujó el arquitecto Brian Reninson desde la Secretaría de Obras Públicas, cuando les pidió a todos los interesados en el tema que presentaran un proyecto urbano ambiental para la ciudad. El mito urbano dice que llegaron más de mil proyectos al Municipio. La realidad histórica es que Reninson cayó por la borda de la gestión Gutiérrez al mar del olvido, y que todos los proyectos naufragaron.
Consecuencia: ni proyectos, ni plan urbano, ni ambiental. Desorden absoluto, urbanización sin planificación, construcciones ilegales, tránsito desbordado, servicios precarizados, espacio urbano contaminado, asentamientos, y toda la incongruencia que vemos a diario. Pero cuidado, este desorden no empezó con Gutiérrez, la actual mutación de la ciudad comenzó a principio de los noventa, y al ritmo de la economía se fue haciendo más o menos crítica.
De este y otros ejemplos hay que hablar. Vayamos a un clásico de un distrito vecino. Berazategui, hace muchos años, decidió que no se iban a instalar cadenas de supermercado para proteger al comercio minorista. La decisión se puede discutir, puede gustar o no, pero es una política de estado consecuente. Es cierto que allí es mucho más fácil porque hace un par de décadas largas que gobiernan los mismos, pero esa es la idea de una política de estado, algo perdurable que en el tiempo va a reportar una consecuencia presumiblemente favorable.
Temas de agenda para establecer políticas municipales serias y de conjunto en nuestra ciudad: todos. Agarrá el bolillero y elegí al azar, desde la venta ambulante hasta la atención primaria en salud, desde la recolección de residuos hasta la actividad nocturna, desde la seguridad hasta el desarrollo de la ribera. Hay gestiones públicas que necesitan mucho tiempo en desarrollarse y efectivizarse, y que al no tener rédito político inmediato, solo pueden llevarse a cabo a través del consenso.
También está la otra opción, que el Barba, Martiniano, Walter o el Ñato, sigan poniendo semáforos.
Gracias por leer.
Publicado en la Edición 770 de «El Suburbano»