(Por Christian Skrilec) Más allá de las valoraciones del gobierno de Gutiérrez, y aferrándonos a la pragmática dialéctica opositora, digamos que aproximadamente el 75 por ciento de los votantes quilmeños votó en contra de Gutiérrez, o al menos, eligió una alternativa diferente al actual Intendente. Por lo tanto, si apenas una cuarta parte de la población del distrito está a favor de la continuidad del “Barba”, puede especularse que la elección la va a ganar otro. Es más, en las PASO de agosto, el candidato más votado no fue Gutiérrez, fue Martiniano Molina, lo que lo convertiría en este reduccionismo primitivo, en el favorito. Error.
En primer lugar, porque el Frente para la Victoria, partido al que pertenece Gutiérrez, obtuvo más del 40 por ciento de los votos, número que en un distrito se transforma en una primera minoría inalcanzable, acá se gana por un voto y sin ninguna vuelta. Segundo, porque la oposición tiene cinco candidatos. Entonces, ¿podemos pensar que el favorito es Gutiérrez?, no, también equivocado.
En octubre, salvo un cataclismo, el FpV volverá a ser la fuerza más votada en Quilmes, y por ende Scioli ganará la presidencial en la ciudad. Pero también hay que decir, que Fernández, el candidato a gobernador, tendrá menos votos que Scioli, y que sin dudas Gutiérrez, tendrá menos votos que Aníbal. El por qué, es denso de argumentar, pero las razones pueden sintetizarse en tres: historia, fallas de gestión, y diferencias internas. La consecuencia de lo antedicho es que hay un volumen indeterminado de electorado oficialista, que acompañará la candidatura nacional del FpV, y en menor medida la provincial y la local. Ese número, el de cuántos votos menos que Scioli sacará Gutiérrez, es imposible de medir seriamente antes de la elección.
La oposición apuesta a que esa diferencia, denominada corte, por la escisión de una parte de la boleta, sea alta. Ahora bien, qué es lo que tiene que hacer Gutiérrez para ganar en Quilmes, sencillo: Tratar de perder la menor cantidad de votos posibles de los que obtenga la lista oficialista. No hay otra cosa, Gutiérrez, a dos meses de la elección, no tiene chance de recuperar votos con gestión, lo hecho hasta ahora es cosa juzgada para el votante. Por esa razón, el oficialismo local con el Barba a la cabeza, trabaja en sanar las heridas internas. Por esto mismo cerró filas con La Cámpora y el senador Alberto De Fazio antes de la interna, y por la misma razón se cerrarán acuerdos coyunturales con Aníbal Fernández y todas sus variantes representativas en Quilmes.
Para Martiniano, hay más variables. Si bien la lista de CAMBIEMOS, obtendrá alrededor de diez puntos porcentuales menos que el FpV en el distrito, Molina sacará de piso los mismos votos que el candidato a presidente Mauricio Macri. Esa ventaja la tiene, no obstante, no puede darse el lujo de quedarse en la ribera abajo el sauce esperando que Gutiérrez pierda los votos y que a él le alcance para ganar. El corte de boleta que sufra Gutiérrez no será necesariamente un voto a su favor, eso debe trabajarlo.
Entonces, lo que tiene que hacer Martiniano para ganar en Quilmes, también es sencillo: mostrarse como única opción a Gutiérrez, promocionar el corte de boleta, absorber votos del Frente Renovador que lleva como candidato a Walter Queijeiro, capitalizar el descontento que dejó la interna oficialista. La tarea no es fácil, la experiencia demuestra que el corte puede ser importante pero limitado (ver la elección del 2009). Respecto al FR, tanto Massa como Felipe Solá parecen decididos a impedir la polarización, y Queijeiro perdería muchos menos votos de los que se especulaba. Por último, pero esencial, lograr que los oficialistas que no voten a Gutiérrez, lo voten a él y no en blanco o a otro candidato.
Vale recordar para solventar el análisis, que los otros tres candidatos también juegan, y la suma de votos entre Queijeiro (FR), Villa (Progresistas), y Moya (Frente de Izquierda), hoy rondaría los 25 puntos, sin techo ni piso previsible.
Obviamente que lo de fiscalizar la elección y controlar las boletas, repetirlo a esta altura de los acontecimientos, es una perogrullada.
Gracias por leer.
Publicado en la edición 769 de “El Suburbano”