(Por Christian Skrilec)
A esta altura del año se puede afirmar que algunos de los permanentes cambios en la conformación del gabinete de Molina producen incertidumbre sobre el futuro de la gestión, tanto es así que un número sorprendente de integrantes del gobierno de Quilmes se encuentra desconcertado y tiene la honestidad de admitirlo en forma privada.
Un empleado municipal histórico me refería la siguiente descripción: “este gobierno está lleno de funcionarios que llegan a media mañana de quién sabe dónde, toman café y nunca te piden un mate”. Una rápida respuesta oficial a esta frase de claridad meridiana sería que era hora de profesionalizar la gestión pública, cosa en la que estaría de acuerdo si no fuera por el amateurismo y la ingenuidad de muchas acciones de gobierno.
La llegada de Francisco Millia a la secretaría de Obras Públicas, que presuponía abrir una línea directa con la Jefatura de Gabinete Nacional, acelerar la llegada de recursos, y ordenar el área, no produjo nada de eso, y si lo produjo lo mantienen en absoluta reserva. La admisión de Millia y los suyos ante demandas vecinales de desconocer las obras que se reclaman y la falta de respuesta de los ministerios ante las necesidades municipales, son situaciones que atentan contra una de las virtudes de Cambiemos como es la ejecución de obra pública. Otro hecho a darle entidad, es que el gobierno municipal se enteró del inicio de las obras para el Metrobus en la Avenida Calchaquí cuando las máquinas estaban perforando el pavimento.
Un caso para la antología es el de la Agencia de Fiscalización y Control Comunal (AFyCC). Su ex titular Gonzalo Ponce se fue por la ventana, y a él lo siguieron otros funcionarios que lo secundaban en la gestión. El argumento nunca blanqueado de esos corrimientos fue una supuesta falta de transparencia en la administración de la Agencia. Tanto es así, que su sucesor, Miguel Del Castillo, otro “extranjero” en la ciudad, pasó semanas repitiendo la amenaza de presentar denuncias penales contra ex funcionarios. Obviamente, no se conoce ninguna denuncia. Lo que sí se sabe es que Del Castillo como los funcionarios que arribaron con él, perciben sueldos que muy pocos alcanzan en la actividad privada. Además, dio marcha atrás con su primera gran clausura, ya que después de derrumbar la parrilla histórica de los Becerra se tuvo que ocupar de que volvieran a abrirla. También se malogró con la clausura de una fiesta en el club El Porvenir, fiesta que tenía a consentidos funcionarios municipales en su organización, en un lugar que una semana antes había sido utilizado para un evento nacional de Cambiemos. Y como si esto fuera poco, la mayoría de sus actuaciones tendrían destino de naufragio en los fueros judiciales.
Aunque si uno tuviera que marcar un punto saliente de la confusión, es la reciente comilona organizada por el Sindicato de Trabajadores Municipales en la sede del Girsu, de la que participaron el Intendente y la mayoría de los integrantes de su gabinete. No hay antecedentes desde el retorno de la democracia que un gobierno festeje el fracaso de una de las áreas de su gestión. Desde los integrantes del gabinete de la gobernadora María Eugenia Vidal hasta los referentes barriales menos influyentes de algún sector peronista, saben que el punto más débil que exhibe la gestión Molina es el Servicio Público: la situación de la basura en Quilmes es comentario en todos los distritos de alrededor y el despilfarro de horas extras en el área se ha vuelto un tema judiciable. Uno comprende que es necesario políticamente seguirle el circo a Raúl Méndez, el delegado sindical ideal de cualquier patrón: genuflexo, acuerdista, y al borde del retiro, pero participar de una fiesta con aquellos que comprometen la imagen de la gestión ante el vecino, parece realmente innecesario.
Estos son los ejemplos que desconciertan, que confunden. Meses atrás en esta misma columna se difundía la indudable sensación que Martiniano iba a ser reelecto. La realidad nacional ha puesto un signo de interrogación a esa continuidad. Lo que no se entiende es por qué se toman decisiones para que ese interrogante se retroalimente con la realidad local.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 891 del semanario “El Suburbano”.