(Por Christian Skrilec)
Es viernes 30 de marzo, viernes santo, feriado nacional. Una mujer de 63 años acompañada por su marido va a esperar el colectivo en Avenida Calchaquí y República de Francia. El tránsito sobre la Avenida es intenso porque entre las cinco y media y las seis de la mañana se termina la actividad de los innumerables boliches de la zona. La pareja espera que cambie el semáforo. Los autos se detienen, ellos cruzan, y desde atrás de la fila mano a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un vehículo sale disparado, atropella a la mujer y se da a la fuga. La mujer sufre un impacto en la cabeza y no sobrevive.
Para completar este escenario penoso, contemos que la mujer era empleada doméstica, y pese a la santidad de ese viernes y el feriado nacional, tenía la necesidad de ir a trabajar. Su marido, que todavía no se puede recuperar de la desgracia, es albañil. Son trabajadores que no pueden darse el lujo de un fin de semana largo. Su único hijo, Sergio, un joven profesor de historia que brinda apoyo escolar, pelea contra el dolor de la pérdida tratando de obtener Justicia, quiere que el asesino al volante que mató a su madre pague por su responsabilidad.
Es una familia sin recursos para abogados, sin llegada a los estamentos del poder que puedan aportarle datos. Pero Sergio se está moviendo, habla con unos y con otros, algunos se conmueven con la historia y se muestran solícitos a colaborar, otros lo esquivan. Se expone en los medios, difunde la historia. Se le abre alguna puerta más…
Esta tragedia desnuda la realidad. El accidente fatal ocurre a metros de un puesto de la policía comunal, esas garitas, contenedores o lo que fuera, que sólo sirven como aguantadero de siestas y de sexo. Una policía comunal que ya no tiene ni presencia ni reacción. En la esquina del accidente hay un domo (cámaras) de seguridad, que según las primeras averiguaciones no filmó, o no funcionó, o no grabó, o no había suficiente personal para controlar las imágenes, o cualquier excusa que demuestra la ineficacia del monitoreo.
Y aquí una primera salvedad, Sergio, el hijo que busca justicia, fue atendido y recibido por los responsables del monitoreo en los distritos de Berazategui y Varela, que evidentemente si tienen cámaras que filman, graban, o son atendidas por personal que trabaja los feriados. Recién hoy (martes 10 de abril) once días después del hecho, el joven sería recibido en el renovado y publicitado centro de monitoreo de Quilmes.
La segunda salvedad, quienes mostraron mayor disposición de colaborar con Sergio desde un primer momento fueron los bolicheros de Calchaquí. La razón es simple, los muchachos de la noche saben perfectamente que ocho de cada diez personas salen de los comercios pasadas de vueltas, sea por el alcohol o por el alcohol y las drogas, y también saben que no hay controles. Es interesante comentar que para que te agarre el control policial-municipal en la noche de Quilmes, no sólo tenés que estar borracho, sino también ser un recién llegado o un boludo, ya que hace dos años se instalan exclusivamente en la esquina de Lavalle y Garibaldi. Los otros en mostrar disposición, fueron los policías de la Comisaría 9na, que también saben que no hay controles.
Uno conoce, por diálogo directo o por fuentes cercanas, la voluntad del Intendente Molina de cambiar la situación de inseguridad que se vive en el distrito. Voluntad personal que fue acentuada por la política el año pasado, cuando en tiempo de elecciones las encuestas desnudaron que más de la mitad de los quilmeños consideraba que el municipio no hacía nada en la materia. Los anuncios de Molina en la apertura de Sesiones Ordinarias de este año confirman la decisión de mejorar. Pero el panorama no es auspicioso, o las segundas líneas del gobierno (desde secretarios a directores) no saben lo que pasa, o no lo transmiten en forma fidedigna. Hay áreas en las que el gobierno municipal es deficitario, y la Seguridad es una de ellas.
Respecto a la historia que nos ocupa, tanto desde la fiscalía interviniente como de la policía, le prometen a Sergio avances inminentes en el esclarecimiento del hecho, además, algunos funcionarios municipales finalmente se pondrían a disposición para ayudarlo. Tal vez tengamos suerte.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 884 del semanario “El Suburbano”.