(Por Christian Skrilec)
El microclima político de la ciudad, ese heterogéneo conjunto compuesto por legisladores, punteros, empresarios, concejales, funcionarios, empleados municipales, vecinos ociosos y periodistas trasnochados entre otras especies, exuda un ánimo destituyente.
Alejados del poder local, ignorados o destratados por el gobierno, los integrantes del microclima buscan crear conciencia que la reelección de Martiniano Molina no es posible. Entonces el deseo de un 2019 más cercano a sus intereses se transforma en un discurso que va desde la desacreditación constante hasta el apocalipsis inminente sin escalas.
En su mayoría, las hipótesis desestabilizadoras son de contextura raquítica, pero toman robustez en el microclima a partir de un gobierno municipal desbalanceado que se cierra sobre sí mismo. Los factores clave para el anclaje del discurso corrosivo hacia el gobierno de Molina, son las maledicencias originadas desde Cambiemos y los yerros de la gestión. El ancla tiene consistencia, pero el barco es fantasma.
Vayamos a la práctica, una frase que se repite con perseverancia asegura que “Molina tiene lo peor del Barba y lo peor del Chino”, frase especiosa que gusta y tiene efectos casi publicitarios para el mundo de la política local, pero que no resiste ni un análisis amateur. Si bien Martiniano puede tener puntos de contacto con sus predecesores (Gutiérrez y Villordo), sin duda no tiene lo peor de ambos.
Otra hipótesis que camina como un maratonista, es que “el gobierno está intervenido”. Los nombres de la asesora Magdalena Acuña, el secretario de Comunicación Jorge Denegri, el secretario de Obras Públicas Francisco Milia, y el futuro titular de la AFyCC Miguel Del Castillo, y otros posibles reemplazos a manos de funcionarios “extranjeros”, dan sustento a la teoría de la intervención. Pero un mínimo trabajo de seguimiento periodístico (los invito a hacerlo) desnudará que nadie los manda a hacer ninguna cosa, y su transformación en encumbrados funcionarios municipales tiene mucho más de carambola retorcida que de estrategia política. Además, la hipótesis de una alta intervención desconoce lo que evidencian los otros estratos gubernamentales, que es la falta de funcionarios. La mayoría del PRO se fue al gobierno Nacional; el resto a la Provincia, que debió contratar radicales, sciolistas y massistas para completar sus filas; mientras que la reserva se quedó en el gobierno de la Ciudad. En este marco, nuestros supuestos interventores no excederían la cuarta línea.
Lo que deben aceptar los oficialistas locales que están lejos del gobierno, es que la gestión Molina no los quiere, sea por la razón que fuere. Y que prefiere contratar funcionarios con alguna que otra vinculación nacional y una pericia discutible, antes que a ellos. Otro ejemplo reciente es la municipalización del Servicio Alimentario Escolar (SAE), ante el desafío de darle de comer a miles de chicos y manipular una sensible caja de 400 millones de pesos anuales, el gobierno se apoya en la Provincia a través del Director Provincial de Concejos Escolares Marcelo Di Mario, un radical de paso irregular y sospechoso por la cartera de salud bonaerense, dejando muy poco juego para los actores locales.
Así podría seguir hasta el aburrimiento con rumores de lo más coloridos, a saber: los candidatos de Grindetti para Quilmes (la senadora Lorena Petrovich está domiciliada en la ciudad y un encumbrado funcionario lanusense acaba de mudarse a Nuevo Quilmes); la avanzada de la diputada Elisa Carrió y la persecución judicial a través de la Dr. Mónica Frade; la resurrección de Walter Queijeiro de la mano del ministro de Gobierno Joaquín De La Torre; la búsqueda de candidatos potables para reemplazar a Martiniano por parte de Marcos Peña o Federico Salvai (jefes de gabinete Nacional y bonaerense); y por supuesto, la maravillosamente ingenua conjetura de que “Molina se quiere ir”, entre otras elucubraciones cegadas por el deseo destituyente.
Lo estrictamente cierto es que Molina cree que está haciendo una gestión ponderable y que se presentará a su reelección de la mano de la gobernadora Vidal, y poco de lo que diga la política puede afectarlo. Sobre estas creencias tengo mis reservas.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 879 del semanario “El Suburbano”.
Que el intendente haya perdido a todos sus aliados, y a todo el grupo que lo acompañó a la Intendencia es un hecho. Todos saben que fue por decisión propia, y de su hermano. Así planteado, estando ellos solos, es logico que las demás fuerzas de Cambiemos busquen quién represente el espacio politico en Quilmes. Eso no es destituyente, es el juego de la Democracia.