(Por Christian Skrilec)
La idea del “Molinismo” como una agrupación política que responda al Intendente no existe. No está mal ni bien, es una descripción objetiva. Esta falta de construcción de un aparato político propio es una novedad, una originalidad a atender como signo de este tiempo y de los nuevos actores que aparecen en la tradición política del conurbano, fundamentalmente de la mano de Cambiemos.
Lo que hay que observar es si esta inexistencia del “molinismo” acarrea o no inconvenientes a la política y la gestión que pretende llevar adelante el Intendente. Pero retrocedamos en el tiempo y admitamos nuestros propios errores de análisis, inevitablemente contaminados por años de tradición y repetición en las formas de la arquitectura política vernácula. En febrero del 2016 publicábamos en este mismo medio como novedad, el inicio del “molinismo”, la circunstancia que invitó a semejante afirmación, fue la reunión de un nutrido grupo de funcionarios al que podía denominárselos como “propios”, u hombres de Martiniano.
El encuentro fue un muestra de cohesión para avalar y enfrentar una decisión que el Intendente tomó meses más tarde y terminó de consolidar en octubre del año pasado: el alejamiento definitivo del gobierno del grueso del radicalismo y de los peronistas en Cambiemos, que como se sabe, hoy tienen una participación casi nula dentro del gobierno quilmeño. Ese conjunto no pasó de aquel invierno, y ya no hubo más intentonas de cohesión hasta el año siguiente con la llegada del tiempo electoral.
Lo interesante es que esa cohesión se produjo sólo después de la mala performance oficialista en las PASO, donde si bien Cambiemos tuvo al candidato más votado, sufrió una derrota a manos de Unidad Ciudadana. Allí tomaron protagonismo varios integrantes del gabinete y el presidente del Concejo Deliberante. Esto derivó en una mesa política que parecía nuevamente un cigoto de “molinismo”, pero tampoco, con la reversión del resultado electoral y el nuevo año todo se fue desgajando. Por más que se reúna, la mesa política no pasa de una excusa para verse las caras, de “molinismo”, nada.
Pero aquí lo fundamental de toda esta historia, los tipos que podrían conformar y/o armar el “molinismo”, van siendo eyectados del gobierno con una continuidad asombrosa. Hasta ahora, como a los clavos, se los fue sacando por arriba. Guillermo Sánchez Sterli, pasó de Jefe de Gabinete a diputado provincial y Guillermo Galetto de secretario de Gobierno a concejal. A ellos hay que sumarle a Ariel Domene, el último apoyo radical de Martiniano, que pasó de la secretaría de Cultura y Educación a una dirección provincial en el mismo rubro. A ese elenco se suma el actual titular de la AFyCC, Gonzalo Ponce, que saldrá del gobierno para regentear el PAMI local. A ellos hay que sumarle muchos nombres de segundas líneas a los que también podría considerárselos propios y que no tuvieron la suerte del clavo.
Todos ellos tienen un denominador común: eran propios, y eran la posibilidad del “molinismo”. Con mayor o menor capacidad para construir política pero al menos con la ambición de hacerlo. Todos afuera, y los que eran de ese grupo y no salieron, sospechan que en cualquier momento pueden seguir la flecha de salida. No puede haber molinismo sin molinistas.
Hay un fenómeno interesante que podría producirse en la ciudad en menos de una década: Gutiérrez fue el primer Intendente reelecto sin gestión, y Martiniano podría ser reelecto sin política. Explicitando: Gutiérrez fue reelecto a pesar de llevar adelante una gestión de gobierno precaria, y Molina podría ser reelecto sin el apoyo de un aparato político característico de los oficialismos de la zona.
La pregunta de cuál es el modelo a seguir sino se construye aparato, confunde a los políticos y a los analistas, pero es una confusión miope. El modelo podríamos catalogarlo rudimentariamente como “gerencial”, con el concepto de una línea de mando sin fisuras y el consecuente correlato del empleador y el empleado. Obviamente habrá que superar los problemas que este modelo genera en la administración de lo público.
Si los empleados no tienen ambiciones políticas ni de protagonismo ni de construcción, o no manifiestan aspiraciones, tienen una actitud reglamentaria respecto al trabajo.Entonces la gestión carece de desarrollo territorial, el Intendente no tiene quien lo defienda en ningún ámbito, se ejecutan sin observaciones ni discusión políticas erradas, y se carece de compromiso con el propio gobierno que se integra, entre otros males. Obviamente, nada garantiza que si el “molinismo” hubiese existido no hubiera tenido las mismas dificultades.
Gracias por leer.
Lo que vos estas marcando como la falta de estructura politica en el territorio de Quilmes, es para mi una decisión tomada por el gobierno, ya esta planeado así. Cambiemos esta innovando otra forma de hacer politica, de más marketing y menos banderas politicas. Y esta estrategia le esta funcionando