(Por Christian Skrilec)
Entiendo que el gobierno no se sorprendió con el turbulento inicio del año que lo mantiene agitado desde el punto de vista político y administrativo. La disconformidad por los despidos, el problema por la recolección de residuos, y la molestia interna dentro de Cambiemos Quilmes, eran focos de conflicto previsibles a partir de las decisiones de gestión.
Quizás si lo sorprenda los costos que deberá pagar a corto, mediano, y largo plazo por estas decisiones. A veces la gestión Molina se adormece en el encierro de su propio discurso, se cree a rajatabla el contenido, y pierde de vista el contexto hasta que lo despiertan de un cachetazo, como le ocurrió en agosto del año pasado con el resultado de las elecciones primarias.
Tal vez la cúpula del gobierno no reciba la información correcta de su entorno y del resto de los integrantes del gabinete, o el entorno tampoco tiene una buena percepción de los hechos, o el resto de los secretarios prefieren jugar al distraído a la hora de explicar lo que ocurre en cada una de sus áreas. Cualquiera sea la situación, para el Intendente es un problema.
Si bien el manual político de Cambiemos tiene como premisa que no importa lo que pase siempre y cuando no afecte su base electoral ni la imagen de su conducción, hay temas que penetran en la sociedad a pesar de los esfuerzos comunicacionales oficialistas. En un Municipio como Quilmes, el problema que genera el muy mal servicio de recolección de residuos que se llevó adelante durante los últimos meses, tenía como consecuencia lógica un extendido malestar vecinal sin distinción de credos o realidades socioeconómicas, el mal servicio es transversal, y terminó golpeando las puertas del Intendente. El gobierno tomó nota del reclamo, lo que no está claro es si tendrá la capacidad de salir lo antes posible de un problema que fue tomando dimensiones exageradas por la inacción en el tiempo. El propio Intendente y su Jefe de Gabinete repiten con constancia que “la prioridad de los próximos dos años es el servicio público”, la razón de esa afirmación es el conocimiento que durante los primeros dos años ese servicio fue deficitario.
Respecto a lo que el gobierno denomina cesación de contratos y los gremios llaman despidos, era de esperarse que trajera ruido. El ajuste era impostergable e inevitable. Quizás el error de Molina fue no avanzar en un “sinceramiento” de personal cuando asumió en diciembre del 2015. La gestión Gutiérrez dejó un plantel municipal sobredimensionado en al menos un 20 por ciento, y al asumir, Molina lo llevó a un 25 por ciento, fundamentalmente a través de la creación innecesaria de cargos jerárquicos. Hoy hay que desarmar todo ese costoso andamiaje con el consecuente costo político. Si bien ATE (Asociación Trabajadores del Estado), ya está políticamente parado del otro lado, también se pone en riesgo la relación con el prebendario STMQ (Sindicato de Trabajadores Municipales de Quilmes), y se afecta inevitablemente la construcción de Cambiemos a nivel local. Además, y como hecho fundamental, en el medio de esta disputa hay gente de carne y hueso que se queda sin ingresos.
Los contratos también son parte inevitable del armado político, les guste o no admitirlo a la “nueva política”, y en lo que armado se refiere, el gobierno es una verdadera incógnita. Los cambios de gabinete, la indiferencia para con el Concejo Deliberante, la disconformidad manifiesta de la tropa propia y de los aliados, el ajuste de personal, y las discrepancias internas por los problemas de gestión, van creando un clima de preocupación exagerado e innecesario para un gobierno que tiene la reelección al alcance de la mano.
La situación de los que podríamos denominar propios, incluyendo en este conjunto a militantes amarillos, funcionarios de la gestión, concejales, legisladores, personal municipal, etcétera, se asemeja bastante a lo ocurrido en tiempos del nunca bien ponderado ex intendente Sergio Villordo: de la puerta para afuera nadie defiende al Intendente. Tal vez Molina no lo sepa, o como mencionaba hoy, su entorno no lo perciba, pero esa falta de defensa a las acciones de gobierno hacia afuera del mundo de la política lentamente hace mella en la sociedad y llega a los vecinos.
Gracias por leer.
La recolección es el ABC de toda Gestión Municipal. Los ciudadanos pagan por ese servicio y cuando no se labura se ve la Mugre. Se llevo puesto al Barba y ya esta drenando la base social de Molinas. Villordo es un capitulo aparte, él gatilló contra un jovén y eso lo hundió. A Molinas lo va a llevar puesto las políticas económicas nacionales que favorecen a los ricos y la propia gestión del «Si pasa, pasa»