(Por Christian Skrilec)
El Intendente Molina internalizó como pocos el discurso de Cambiemos, repite con expresionismo agudo los mantras amarillos: “cambio”, “transparencia”, “distintos”, “antes y ahora”, “mafias”, “vieja política”, “equipo”, “compromiso”, “vecinos”, etcétera. Podríamos seguir hasta al cansancio, o hasta convertirnos en un nuevo profeta del “arte de vivir”. La repetición de esos mantras le ha dado resultado hasta ahora, pero el “ahora” no alcanza, se vienen dos años de gestión complejos, donde la reelección ya no es una especulación sino un hecho a consumarse. Pero para seguir, mantra de por medio, hay que cambiar.
Si algo desnudó la elección de octubre es que aunque se pavimente hasta el último centímetro de Quilmes no hay garantías de ganar. La gestión está obligada a hacer más, y a ser más que la floreciente obra pública Nacional y la armadura política y económica que brinda la Provincia. Si Molina tuviese que defender su gestión sólo, mano a mano con la realidad local, aparecería desarmado en demasiadas circunstancias.
Es que el mantra “equipo”, utilizado en frases tales como “venimos trabajando en equipo”, “somos un equipo”, “acá hay un equipo de gente comprometida”, entre otras variantes, se agota en la repetición. Si le damos la derecha al Intendente, y asumimos que ciertamente hay un equipo, podemos afirmar que al menos es un equipo descoordinado, con serias diferencias internas, y al que sin duda le faltan jugadores.
El Municipio bajo la conducción de Molina vuelve a tener como en gestiones anteriores un serio problema de calidades y eficiencias entre las distintas áreas. Mientras resulta obvio que áreas como Hacienda, Obras Públicas, o Cultura, tienen un funcionamiento ponderable; Seguridad, Deportes y Servicios Públicos (fundamentalmente en lo que a limpieza se refiere) empeoran de manera constante.
No hay receta para la eficacia, y ningún nombre propio da garantías de funcionamiento. Pero hay tendencias que el propio gobierno genera y debería leerlas con corrección: la salida de Carlos Ortiz de la Secretaría de Obras Públicas no afectó a la gestión, hasta ahora con o sin Ortiz la cosa funciona igual. El alejamiento de Darío Iezzi de Servicios Públicos dejó pedaleando al gobierno, y en dieciocho meses no pudo hallar un reemplazo o un funcionamiento adecuado. Pasaron media docena de nombres por la Secretaría de Seguridad, con claroscuros, ninguno le pudo encontrar el rumbo a una de las áreas más sensibles para el vecino.
Si no existe el nombre adecuado para cambiar (ausencia de jugadores), hay que cambiar el funcionamiento. La Jefatura de Gabinete comandada por Guillermo Sánchez Sterli, pese a la inexperiencia del actual diputado provincial, ostentaba un perfil político. Con el alejamiento de Sterli y la llegada de Mariano Martinelli, la Jefatura de Gabinete tomó un perfil meramente administrativo que no ofrece fisuras. A la falta de reemplazantes de Sterli se modificó el funcionamiento.
Y este esquema es el que pareciera caerle mejor a la gestión Molina, porque se está volviendo evidente que al gobierno le resulta incómodo contratar jugadores (funcionarios, políticos) de otros equipos, y los talentos no abundan en las inferiores. El “molinismo” crece en terceras y segundas líneas pero se achica en su círculo de decisiones.
En este marco, algunas claves para el cambio ya no son ajenas al Intendente. Tanto él como su mesa chica coinciden en cuáles son las áreas que no están funcionando. Martiniano sabe que debe superar las divisiones internas que tiene adentro del gabinete, porque de no hacerlo pueden volverse más perjudiciales que la oposición. Y fundamentalmente, también sabe después de estos dos años al frente del gobierno, que si a un vecino le barren la vereda o le cambian la lamparita se lo agradecen a Molina, pero si no le juntan la basura o le cobran 50 pesos para no llevarse el auto mal estacionado lo putean a Molina. Esos conocimientos adquiridos deben ser claves a la hora de realizar los cambios, sean de nombres, o de funcionamiento.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 868 del semanario “el suburbano”.