(Christian Skrilec)
El oficialismo de Quilmes no imagina la derrota, ni la evalúa, ni la piensa. Mientras tanto, los voceros del gobierno nacional apuran las lecturas anticipadas y afirman que en la Nación se va a ganar más allá del resultado que se obtenga en la provincia de Buenos Aires. En la Provincia, el “vidalismo” empieza a preocuparse y mira con buenos ojos un empate técnico. El secretario más político del gabinete de Vidal le pregunta a cuanto legislador, intendente, o referente territorial que se le cruza: ¿por cuántos puntos crees que perdemos en agosto?”. El cálculo es simple, si se pierde por cuatro o menos puntos la cosa es reversible, si se pierde por cinco o más puntos no hay vuelta atrás: gana Cristina.
Los números que ostenta la ex presidenta en el conurbano son importantes encueste quien la encueste, y en la tercera, histórico bastión del peronismo, Cristina rondaría los cuarenta puntos. Pese a esto, pese a las especulaciones de los mandos provinciales y nacionales, el oficialismo, en Quilmes, no imagina la derrota, y es un error.
Poniendo los datos fríos sobre la mesa digamos que Unidad Ciudadana va a ganar en la Tercera Sección. Va a ganar porque supera el cuarenta por ciento de los votos en distritos del volumen de La Matanza, Lomas de Zamora, Berazategui y Avellaneda, y con esos números ya se vuelve un rival inalcanzable. Quilmes está en la Tercera, igual que Lanús, y no obstante CAMBIEMOS ganó en el 2015, ¿será por esto que no imaginan la derrota?, ¿será porque creen a pie juntillas que están cambiando Quilmes?, ¿será que están convencidos que el vecino ya percibió ese cambio?
Por mi parte creo que el gobierno está llevando adelante una revolución en la infraestructura del distrito, revolución que está en pleno desarrollo y todavía no se pueden disfrutar sus beneficios, pero el resto, el resto de la gestión está en veremos. Si el gobierno no imagina la derrota es porque considera que la obra pública y el penoso pasado del “kirchnerismo” en la ciudad alcanzará para remontar la ola de Cristina, que al menos perderá cinco o seis puntos al llegar a la ciudad, y que entre la empatía y el pavimento Martiniano superará en una cifra similar el promedio de votos que cosechará CAMBIEMOS en la Tercera.
Falta mensura, o percepción. Si bien la periferia de la ciudad a la larga también se verá beneficiada por la “revolución estructural”, en el ahora sufre la decadencia económica, el alza de precios y el aumento de tarifas, el mal humor se pesa en plata. Pero evidentemente, para el oficialismo local no hay análisis coyuntural que opaque el aire triunfalista. Al menos, alguien, debería sopesar la derrota.
Porque la derrota también puede explicarse y asimilarse como un revés transitorio, pero para ello hay que estar preparados. Si se pierde porque Cristina fue un Tsunami en el conurbano y terminó por quedarse con la Provincia es una cosa, si Cristina gana en la Tercera y la Provincia se la queda Vidal es otra, y así infinitas combinaciones. De esta manera puede comenzar a tejerse un colchón de justificaciones para salvar al Intendente de un hipotético fracaso.
Si se pierde las facturas no sólo aparecen a manos de los vencedores, también llegan de los propios, de los cercanos, de los aliados. Se especula sobre el pasado y se cuestionan todas las decisiones, las buenas y las malas, los aciertos y los errores. Una derrota trae consecuencias insospechadas, y en una ciudad como esta, condicionantes. Obliga a acuerdos desagradables y a cesiones indeseadas con sectores opositores, resigna la conducción del Concejo Deliberante, condiciona a la gestión y limita al Intendente. Con este tipo de eventualides, sería bueno que al menos algún funcionario, aunque sea no más de segunda línea, se ocupe de pensar en la derrota.
La frase es muy anglosajona pero no por ello desechable, “espera lo mejor, prepárate para lo peor”, pero el gobierno, como lo hemos repetido hasta el hartazgo, no imagina la derrota, y la pregunta que desde el análisis debemos hacernos es qué van hacer en el caso inimaginable que pierdan.
Gracias por leer.
Publicado en la edición Nro. 852 del semanario “El Suburbano”.