(Por Jorge Márquez)
Es probable que en estos últimos tiempos Mauricio Macri haya decidido tomar una serie de medidas orientadas a definir un perfil político supuesto. Digo supuesto porque la mayoría de las propuestas de campañas fueron falsedades comprobadas o slogans basados en el vacío conceptual. La figura del presidente, si bien no deja de ser una representación del imaginario colectivo, tarde o temprano, necesita corporizarse medianteacciones concretas.
En esta lógica, el gobierno se cierra y se cerrará en sus fundamentos básicos: ideas de derecha consolidadas en una serie de decisiones apoyadas por grupos económicos, condimentadas con un discurso que apunta a remarcar la oposición simbólica y real con el pasado político inmediato.
De manera hegeliana (el ser se recorta en el no ser), esta administración supuso que más allá de la implementación de políticas neoliberales, el éxito ante sus votantes consistiría encontrastar “su narración” de la realidad con “la herencia”. Si el peronismo es popular, este gobierno será minoritario en la distribución de beneficios (de hecho la quita de retenciones, los tarifazos, la apertura de las importaciones y la apuesta a los negocios financieros lo comprueban). Si otrora la producción cultural tenía un componente plural, ahora deberá desfinanciarse. Si antes los Derechos Humanos eran una política de Estado, hoy, los represores pueden gozar de beneficios impensados tiempo atrás. Si se toleraba que el lugar público manifestara descontentos, habrá que impedirlo, más allá de las causas que lo generen.Y no sólo se debe reprimir en las calles, también se puede hacer en la Universidades. Después de todo, los medios se centralizan y el discurso oficial está garantizado.
Es por eso que en los últimos meses asistimos al endurecimiento de posturas que podrían leerse tanto como respuestas a las demandas de sectores de votantes “cambiemos”, como así también a la decisión de reforzar, sin eufemismos, un plan claro no explicitado con anterioridad. Cito como ejemplo el no interés en lograr un acuerdo racional con los docentes, que bien podría ser una prueba más, que permitiría —en caso de triunfar—, seguir avanzando sobre otros objetivos.
Esta ratificación de la marcha por caminos contrarios a los elegidos por el gobierno anterior (más allá de la calidad de sus políticas o de la discusión profunda de cada uno de los ítems en juego), marca una suerte de dialéctica trunca en nuestra historia reciente. La polarización, buscada y conveniente para muchos, ayuda a dejar de lado discusiones profundas y soluciones de fondo. Y claro, no hay superación, porque el debate futuro estará centrado en “anti propuestas”.
En este esquema, obviamente, no se avizoran decisiones que mejoren la calidad de vida de las mayorías, tan solo dilaciones en los ajustes tarifarios prometidos e invitaciones a los candidatos del arco opositora basar su campaña en la crítica a las decisiones del gobierno
—ayudados por la certeza de que una parte de los damnificados por las políticas económicas fueron votantes del “cambio”—. Concomitantemente, sí, se podría esperar, en el corto plazo, un aumento de las expresiones reaccionarias y de la represión, amparadas en simplificaciones conceptuales que pretenden convertir a los choripanes en el motor de la historia o a las adolescentesen instigadoras de sus propias muertes.
La gran grieta, como metáfora, opera como tumba de la unión nacional y se alimenta de posiciones fundamentalistas. Una sociedad partida, diseñada premeditadamente, será el campo de juego del futuro inmediato: los productores del show creen garantizar el éxito profundizando los desencuentros.
Por lo pronto, en un país de memorias endebles y políticos que se reciclan vertiginosamente, algunos ciudadanos, ya decidieron tercerizar sus pensamientos en los relatos oficiales de los medios hegemónicos.
Habrá que ver que hacen los votantes “fluctuantes”, los grandes decisores de la próxima elección, mientras raspan la olla y tratan de condimentar el guiso recalentado en el fuego cruzado de quienes nunca hacen autocrítica, pero reconocen a sus enemigos como indispensables para poder seguir en el poder, o al menos disputarlo.
tu análisis sería acertado si no fuera por el pequeño detalle que expones mentiras como si fueran realidades. Realmente me parece lamentable la cantidad de afirmaciones falsas que haces para dar sustento a un presuento análisis político.Si, la calificación sería LAMENTABLE
Excelente análisis de Márquez. Ayuda a entender un poco más está trágica trágica realidad. Aún sigo sin comprender esa eterna esperanza de la clase media en confiar en los empresarios y aristócratas que eternamente la sometió.
Cuáles serían las supuestas afirmaciones??? Más bien a mi me parecen realidades difíciles de poner en duda, más teniendo en cuenta cuál es el ADN con el cual fue concebido Cambiemos. A mi me parece un buen análisis, me gustaría agregar q esa grieta existe y va a existir siempre, es parte de nosotros y no me parece mal, si me parece mal q, como dice Jorge, el gobierno la alimente polarizandola para un supuesto beneficio electoral…
Las afirmaciones falsas son:
Apertura de importaciones. Falso. Esta tan o mas difícil que antes.Es mas les propongo investiguen un rubro que estaba totalmente «vedado» en la administración CFK: las periferias de baño y cocina. Se conseguían por doquier. Porqué? porque la importación se hacia via La Cámpora,resultaba ilegal,contrabando, y esto no generaba ni ingresos para el estado ni estadística. La prueba: los innumerables containers sin retirar de los depósitos fiscales. Cuales son los beneficios a los represores? Milani Preso?
Desinteres en acuerdos racionales con los docentes? Por favor tocayo, a observar bien, o colgar el chaleco partidario antes de opinar públicamente.
Fe de erratas al comentario anterior, griferías no periferias.