(Por Christian Skrilec)
Llegó marzo, y ahora resulta que estamos metidos en un año electoral con todo lo que ello implica: conspiraciones, operaciones, jugadas de ajedrez, movimientos de Ludomatic, publicidad engañosa, discursos programados, y todas las variables de campaña que se te ocurran.
La sorpresa del año electoral no es para quien escribe, publicaciones anteriores son testigo de ello, pero al parecer asombró a CAMBIEMOS, que ante las clases que no empiezan, el fútbol que no se juega, y la economía que no remonta, entre otros datos duros que no acompañan el presente de las gestiones amarillas, salió a plantear que todo acto, marcha, paro, manifestación o parloteo, tienen motivaciones políticas. Bueno, bienvenidos a la realidad.
Una de las variables que llaman la atención es que CAMBIEMOS publicita determinados hechos o propuestas de gobierno para seducir a los ciudadanos, cosa que es parte de las reglas de juego. Lo extraño es que se crea su propia propaganda. Un caso testigo y espectacular es el anuncio que realizó la gobernadora María Eugenia Vidal a fines del año pasado respecto al acuerdo salarial con los gremios de la Provincia. Los habituales voceros del gobierno salieron a batir el parche ponderando la información oficial y la capacidad política del gobierno bonaerense, que había cerrado un acuerdo paritario por el 18 por ciento. Hasta el más imbécil de los observadores, sabía que dicho anuncio no tenía ninguna seriedad. La razón era simple, el acuerdo no había sido firmado por los integrantes del Frente Gremial Docente (Educación), CICOP (Salud), AJB (Justicia), y ATE (que abarca todas las dependencias del Estado), justamente los gremios más importantes dentro del ámbito bonaerense. Para muestra sobra un botón, hoy las clases sólo comenzaron en los establecimientos privados.
Mentirse y creerse es una actividad oficial que tiene olor a “kirchnerismo” duro. Mentirle a los votantes, es casi una consecuencia natural de la política, pero mentir y creerse la mentira, es propio de un gobierno negligente, o al menos, ingenuo.
El fin de semana pasado, los legisladores de CAMBIEMOS participaron de uno de esos encuentros difíciles de calificar, mezcla de plenario participativo, retiro espiritual y coaching político. Después de la tradicional bajada de línea de varios ministros y secretarios bonaerenses, y en las improvisadas reuniones chiquitas, la curiosidad puso la mira en las encuestas. El panorama es coincidente, en la Provincia está difícil, en la primera y segunda sesión electoral el oficialismo está sosteniendo el empate, en la octava es previsible una derrota, y en la tercera pierde por paliza. Con esos números, ni una elección superlativa en el resto de la provincia (como la del 2015), alcanza para revertir el panorama.
A ello, bendición del Papa y puesta en escena de Clarín mediante, Florencio Randazzo amaga con salir al ruedo y enfrentar al “kirchnerismo” en una gran interna peronista. La primer lectura natural es que Sergio Massa corre serios riesgos de pasar al historia con el mote del que “alguna vez pudo ser pero ya no es ni nunca será”, la segunda lectura, y fundados en los numerólogos que habitualmente consulta el PRO, una interna peronista de esas características en las internas abiertas y simultaneas de la Provincia podría llevarse a más del 45 por ciento del electorado bonaerense. Un sacudón que el gobierno hoy no está para aguantar. No obstante, el ganador de esa hipotética interna, tendría un drenaje posterior de sufragios a la hora de pelear por los puntos, pero mantendría un capital de votos inalcanzable hasta para la polarización más encarnizada.
El problema central de CAMBIEMOS, además de los errores políticos y de gestión, y de la lentitud que tienen los aciertos en beneficiar al grueso de la población, si es que alguna vez lo hacen, es que el peronismo empezó a oler sangre, y al lado de un peronismo que huele sangre, un tiburón no es más que una sardina en lata.
Internamente, el PRO tiene actores que buscan enderezar el barco electoral a fuerza de advertencias, pero hasta ahora sólo han chocado contra la propaganda oficial que el propio gobierno asume como cierta.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición N 834 del semanario “El suburbano”.