(Por Christian Skrilec)
Si hay algo de lo que puede jactarse el gobierno nacional es de imponer la agenda. Es cierto que cuenta con el apoyo incondicional de los dos diarios más importantes de la Argentina, que a su vez replican sus titulares como loros a través de las señales de cable propias haciendo eco con las decenas de voceros que reparten en los distintos diales de radio.
La estrategia del “tero” se lleva adelante con un rigor inapelable, se grita en un lugar y el huevo se pone en otro. De esta manera se saca de escena lo que es mejor que el público no vea, ni atienda. Esto no es una crítica, es una observación, y la estrategia del “tero” es tan lícita como lo era la de aturdir con el “relato”. En política, si te dejas llevar, te llevan, usualmente en burro.
Es cierto que para sacar algún tema de escena, a veces se incurre en vacuidades insolventes, o en cuestiones que terminan siendo más perjudiciales de las que se intentan cubrir. Tal vez la baja de imputabilidad de los menores propuesta por el Presidente sea un buen ejemplo, ya se utilizó, se instaló y desapareció, todo en menos de una semana, y permitió que los corrieran por izquierda y los apretaran por derecha, además de dejar la cuestión a flote y con la visibilidad necesaria para ser discutida en el terreno político de la previa electoral. Un asunto similar puede ocurrir con el feriado del 24 de marzo y las declaraciones de Gómez Centurión.
Obviamente usted se preguntará a esta altura de la nota que es lo que el gobierno se preocupa en ocultar o minimizar, y la respuesta es obvia: la marcha de la economía y los errores de gestión.
Al Pro no le gusta hablar ni discutir políticas ni darle un sustento ideológico a sus decisiones. Es ahí cuando cualquiera de sus figuras se mete en un barro para el que no está preparado. Los cráneos comunicacionales del PRO, algunos brillantes y otros huecos, sostienen la misma línea de difusión en cualquier ámbito. Alcanza con dar un vistazo a las intervenciones públicas de la gobernadora Vidal y a los ministros de su gabinete, o a los intendentes PRO de mayor peso territorial como Molina, Grindetti, Valenzuela, o Garro. Todos están para los anuncios, la firma de convenios, y para hablar de la gestión. La excepción sería Jorge Macri, pero todos sabemos que su ADN fue contaminado por altísimas dosis de conurbano pejotista antes de convertirse en intendente. Para el barro de la política, el PRO sumó (estuve tentado a escribir “contrató”) a los radicales y a Elisa Carrió. El modelo se repite también en todos los ámbitos, y en algunos casos se suman peronistas conversos. Obviamente, radicales y peronistas hay muchos, y Carrió hay una sola.
El PRO habla de gestión, o al menos es la frase que más pude escuchar de los representantes del área de comunicación de cualquiera de los gobiernos que ejercen: “nosotros queremos hablar de gestión”. El problema es que la gestión nunca es impecable. Es fácil hablar de gestión cuando se inaugura una obra o se realiza un evento. Hasta es fácil hablar de gestión cuando se toman mediadas que son difíciles para la mayoría de los ciudadanos pero hay forma de justificarlas (los aumentos de tasas o de tarifas son un ejemplo siempre y cuando no sean desmedidos). Pero no es fácil hablar de gestión cuando lo gestión es ineficiente, lenta, o nula.
Es lo de siempre, nadie hace todo bien ni todo mal, la clave en política es que los aciertos tengan mayor peso que los errores. Los aciertos se ponderan a través de la propaganda y la difusión constante, el problema del PRO, es que los errores se minimizan con política.
La estrategia del “tero” o el ocultamiento de los hechos, es insuficiente en estos tiempos de comunicación instantánea, páginas web y redes sociales. Antiguamente se decía que era imposible tapar el sol con las manos, hoy es imposible tapar una lamparita de 25 watts.
En los próximos meses veremos si el PRO se aferra al discurso de la gestión positiva y deja que la oposición se haga un picnic con sus errores, o se calza las botas y se mete en el barro de la política para explicar porque todavía no hizo lo que tenía que hacer.
Gracias por leer.
Publicado en la edición N° 831 del semanario “El Suburbano”.