(Por Christian Skrilec)
Uno puede poner las patas en la palangana de agua fría o mirarse los dedos del pie mientras disfruta del mar en el caribe, el asunto es refrescarse mientras el verano avanza con un sol insoportable interrumpido por tormentas tropicales.
Con la situación climática a cuestas y un año que arranca con más dudas que certezas, la política empieza a recorrer un camino de decisiones impostergables.
Martiniano Molina, como buena parte del PRO, también está atrapado en la encrucijada de definir acciones, por lo que sería bueno que entierre lentamente sus pies en la arena de su playa favorita de Mar de las Pampas y reflexione con exactitud de cara al horizonte. Este año los errores tienen otro costo.
En este marco es donde el equilibrio entre política y gestión se vuelve harto complejo. Pero para hablar de gestión aclaremos que la premisa inexpugnable que los distritos del primer cordón del conurbano nacionalizan su sufragio casi simetricamente, quedó desbaratada en el 2013 y en el 2015. Los resultados que obtuvo Ferrerasi en Avellaneda en ambas ocasiones desmitifican el tsunami nacionalizador, también podríamos poner de ejemplo a los Mussi en Berazategui, aunque la conformación de ese distrito lo ubica en el segundo cordón del conurbano. Quilmes, un distrito partido por la inequidad, puede pensarse con un pie en cada plato, la denominada herradura (o periferia) como segundo cordón y un voto más localista, y los centros como primer cordón y un voto nacionalizado.
Así las cosas, la teoría de que gestiones como gestiones no importa total el vecino vota los candidatos nacionales, es mucho más endeble de lo que parece. Obviamente, las situaciones extremas derrumban cualquier especulación, si el proyecto económico “macrista” incinera a tres cuartos de la población, no hay matafuegos local que alcance.
Metiendonos ahora sí en el tema de la gestión propiamente dicha, digamos que Martiniano está en condiciones de meter cambios en varias áreas. En algunos casos los cambios pueden ser de nombres, en otros en la forma de ejecución y en otros de concepto de gestión.
Pero sin ánimo de tornarme demasiado preciso vayamos a lo que es evidentemente necesario corregir: el área de deportes está para atrás, la atención primaria y el funcionamiento de los centros de salud es entre regular y malo, desarrollo social y más especificamente la cuestión de las viviendas es un colador, la administración del Plan Argentina Trabaja es una garrafa cayendo desde un séptimo piso, y lo alegremente denominado AMA, que incluye el funcionamiento de las delegaciones y la recolección de residuos, para arrimar con la calidad de la metáfora anterior, podriamos describir su situación como la de un mono haciendo malabares con sifones.
En algunos casos se están llevando adelante correcciones, como en el área de Salud, pero la lentitud atenta contra la eficacia. Otra decisión que aparece como la primera importante del año, es la de las modificaciones en el área de cooperativas, aunque el resultado es difícil de pronosticar.
Es obvio que las áreas que se ven más endebles, son aquellas en la que la gestión anterior tenía aciertos relativamente ponderables, nadie va a cuestionar el funcionamiento de la gestión Molina en obras y servicios públicos, después que Gutiérrez transformara la ciudad en territorio bombardeado.
Esta comparación nos deposita de lleno en la arena política. Mientras que usualmente en Quilmes tendemos a ubicar a Martiniano muy cerca de Vidal, su accionar está cada vez más ligada al formato que promueve el Jefe de Gabinete Marcos Peña: publicidad y venta de gestión, difusión en redes sociales, fortalecimiento de imagen, y comparación con lo peor de las gestiones anteriores, entre otras variables consignadas en el manual de “conducción política” de Duran Barba. Para este escriba, moldeado en el conurbano, al igual que para la cada vez más pragmática gobernadora Vidal, el manual de Peña no alcanza.
En conclusión, y decida lo que se decida desde el gobierno comunal, deberá hacerse mientras los pies estén en el agua, cuando llegue el otoño y haya que sacarlos, será tarde para arrepentirse.
Gracias por leer.
Publicado en la edición N 829 del semanario «El Suburbano».