(Por Christian Skrilec)
Al menos alguien deberá reconocer mi atrevimiento de jugar este naipe sobre este paño. Ahora, en esta actualidad donde la gobernadora María Eugenia Vidal es el epítome de la excelencia política, con encuestas que ponen su imagen positiva por las nubes, y ciudadanos que en su mayoría siguen creyendo (y tal vez tengan razón), que su gobierno levantará de la lona a la apaleada provincia de Buenos Aires. Pero como no jugar, si Vidal hace “sciolismo” explicito.
Pero no caigamos en el lugar común y simplista de recordar que el actual ministro de Justicia de la administración Vidal, Gustavo Ferrari, fue Secretario General del gobierno de Scioli; o que el Jefe de la Policía, Pablo Bressi, fue el responsable máximo de ¿combatir? el narcotráfico durante la gestión anterior. Eso es evidente, como la larga lista de nombres que surfeaban la “ola naranja” y se pintaron de amarillo a velocidad camaleónica. Pero esta no es la única relación de parentesco entre el “vidalismo” y el “sciolismo”, hasta quizás sea la más refutable, los argumentos políticos para cambiarse de bando, o los argumentos de la política para sumar o dar continuidad en sus cargos a los opositores, a veces suelen ser atendibles.
Acá pasa otra cosa, el emparejamiento es teórico. Pero continuemos con lo más notorio, si un daltónico distraído visitara cualquiera de los eventos del Programa AcercArte, pensaría que la Provincia la sigue gobernando Scioli. El mismo tipo de artista, o literalmente el mismo, los mismos escenarios, los mismos eventos, la misma propaganda, sólo el naranja destiñó en amarillo, o en vede manzana según el caso. La misma metodología. Bueno, esto también podría explicarse con el asunto de darle continuidad a las políticas acertadas del gobierno anterior…
Pero esto sigue sin ser el fondo de la cuestión. Vidal hace “sciolismo” explicito porque a Scioli le fue bien hasta seis meses antes de la elección. Porque lo números de las encuestas sobre la imagen de Scioli eran impresionantes pese al esfuerzo del “kirchnerismo” por destrozarlo. Y aquí una paradoja que debe seguir analizándose, cuando el “kirchnerismo” lo quiso destruir, Scioli creció, cuando el “kirchnerismo” se alió definitivamente a Scioli, lo destruyó.
Y a Scioli le iba bien no por llevar adelante una gestión impecable ni mucho menos, a Scioli le iba bien porque los grandes medios lo protegían como ahora protegen a Vidal, porque nunca respondía una pregunta directa sobre un tema puntual igual que lo hace Vidal ahora, porque los enunciados, antes con Scioli y ahora con Vidal, son elusivos, imprecisos, pero creíbles. Ambos, tanto Mariu (si me permite la Gobernadora), y Daniel (con todo respeto al ex Gobernador), por distintos motivos, generan empatía, comprensión, y compasión en sus interlocutores. Obviamente, esto a Scioli dejó de pasarle en los medios, y hay muchas razones para explicarlo, aunque la más sencilla es recordar que perdió “la caja”.
Por otra parte, María Eugenia es mejor. En primer lugar porque explota su femineidad de una manera maravillosa, convirtiéndose en cada intervención pública en una mezcla de nuera ideal, mujer afligida por el presente, y heroína cinematográfica que enfrenta a las huestes del mal con su tenacidad y encanto (Reconozco que hay ocasiones en que me dan ganas de abrazarla).
No puedo sacarme de la cabeza la imagen de Vidal confesándole a Alejandro Fantino su dolor porque la gestión anterior no había atendido treinta mil llamados reclamando ayuda por violencia de género, sobre todo cuando el día anterior, la senadora provincial Mónica Macha, había denunciado a la Gobernadora por haber sub-ejecutado groseramente el presupuesto para combatir la violencia de género (sólo utilizó el 2 por ciento de los fondos disponibles durante el primer semestre).
Otra ventaja y no menor, el PRO no le va a jugar en contra (excepto Marcos Peña). Pero Vidal no tendrá que lidiar con retenciones de fondos que le impidan pagar el aguinaldo, ni con un vicegobernador que arme una comisión para pedir la renuncia de sus ministros y la exoneración de sus jefes policiales, ni con un presidente que la ningunee, entre otras vicisitudes.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición N° 823 del semanario “El Suburbano”.