(Por Christian Skrilec) Por el tiempo trascurrido de gestión, oxidada la excusa de la “pesada herencia”, y quedando sin efecto la letanía expiatoria de “somos nuevos en la política”, el gobierno que encabeza Molina sabe que a la pelea diaria de gestionar el distrito se suma la pela contra el reloj. Después de un año en el poder, hay temas que pueden seguir esperando, o pueden postergarse para tiempos mejores, pero las demoras de ejecución en otras cuestiones empiezan a carecer de justificativo.
Es cierto que a pesar de haber pasado más de diez meses al frente del municipio, este sigue siendo un gobierno en formación, donde no sólo cambian los funcionarios de primera línea, sino también los operadores, los armadores políticos, la conformación de las mesas de decisión, y el circuito de los barrenderos. Es decir, Molina todavía no encontró el punto exacto de cocción de su gabinete, ni los ingredientes adecuados. El gobierno está crudo en sus decisiones políticas.
El último ejemplo sirve de evidencia inapelable. En la jornada del martes, se confirmó el reemplazo de Oscar García por Sergio Chomyszyn al frente de la secretaría de Servicios Públicos. Este cambio es la consecuencia visible de la interna radical que tuvo como máximos protagonistas al mencionado García, y al secretario de Gobierno Fernando Pérez. Interna distante del vecino, pero cuyos desacuerdos afectaron al gobierno durante un semestre, y desestabilizaron el andar de la gestión.
Chomyszyn es el tercer secretario de Servicios Públicos en menos de un año, siendo esa área junto a la recolección de residuos y las luminarias las más frontales de cara al vecino promedio, esos cambios son un problema. Pese a ello, el gobierno viene ejecutando un plan de bacheo eficaz y de alto impacto desde hace varias semanas, lo que demuestra que hay decisiones que se toman y se ejecutan en otra parte y con otros actores. Pero aciertos de estos son más casuales que lógicos.
En el mismo sentido, la falta de coordinación en las decisiones acaba de meter a Molina en una de esas peleas que es mejor evitar. Los vetos a las ordenanzas que favorecían a los Centros Culturales en general, y al Centro Cultural Pampero en particular, exponen al Intendente ante un colectivo que no suele negociar en las condiciones habituales de la política, ni de las empresas ni de los sindicatos. La política de la ciudad ya aprendió diez años atrás, después de la disputa del ex Intendente Villordo con la EMBA, que hay situaciones que hay que evadir. El conflicto no se iguala en lo formal, porque es imposible creer que Molina ordene callar a los chicos que practican murga a fuerza de cachetazos, pero si se compara en lo conceptual. No hay prenda de cambio en una negociación donde una de las partes sólo tiene para perder su posición intelectual o ideológica, como el caso de los chicos de los centros culturales, los ambientalistas, o los sectores estudiantiles.
Y en esta pelea absurda, el gobierno se mete por descoordinado, por estar “mal cocido” políticamente hablando. La ordenanza de los centros culturales fue votada por unanimidad en el Concejo Deliberante (esto incluye al tercio de concejales que representa a CAMBIEMOS), y tuvo el apoyo de la Secretaría de Cultura. El veto de la ordenanza por parte del Ejecutivo, evidencia una falta de comunicación peligrosa entre el Intendente y su propio bloque, y el escándalo de argumentaciones limitadas, marchas, y desprolijidades en la sesión de hoy, es sólo la punta del iceberg del problema.
El Concejo Deliberante de Quilmes tiene frenada la prórroga de la Emergencia Ambiental solicitada por el Ejecutivo, y un puñado de convenios entre los que se encuentra uno por varios millones de pesos en asfaltos. En breve, el gobierno necesitará al menos trece concejales para convocar a Asamblea de Mayores contribuyentes para votar un aumento de tasas, y posteriormente, enviar el presupuesto Municipal 2017, que también debe ser votado. Un paquete de ordenanzas que en estas condiciones no parece que pueda aprobarse, salvo que se cocine adecuadamente, políticamente hablando.
Gracias por leer.
Adenda: Apenas 24 hora después de la publicación de esta nota en la edición N° 820 del semanario “El Suburbano”, se desató un conflicto interno en el gabinete que derivó en el pedido de licencia del secretario de gobierno Fernando Pérez, y en la ruptura del bloque de concejales de CAMBIEMOS, hechos que reafirman la hipótesis de la falta de cocción política del gobierno de Quilmes.
Respecto al veto de los Centros Culturales:
Esta figura ha servido para enmascarar cualquier tipo de actividad de espectaculos o lo que es peor bares de tipo clandestino.
Amparados bajo estas facilidades disponían de cuatro años para habilitar los locales, mientras tanto funcionaban sin ningún tipo de garantía para los concurrentes ni beneficios para el conjunto