(Por Macarena Ramírez) Hace pocos días un estudio realizado por la Universidad de San Martín, expuso la composición del gobierno nacional de Cambiemos. Uno de los datos más llamativos fue sobre la procedencia de los funcionarios: el 82,8% no militó nunca en ningún partido político.
El dato no es menor y desnuda que estamos frente a una gestión que viene de otro lado, un experimento que dejará ver sus resultados recién en 2019, cuando se someta al voto, y el ciudadano ratifique o no el rumbo. Además el estudio arroja que el 11,7% viene del PRO; el 4,1% de la UCR; el 1,1% del PJ y el 0,3% de la UCD. Le robo una frase a un colega, “el PRO es la fiesta; los radicales son los mozos y los peronistas los que acomodan los autos”.
A primera vista uno puede pensar que es un gobierno de técnicos y empresarios o que es un equipo sin militancia, ideologías o experiencia política y de gestión pública, pero otra lectura más amable nos diría que probablemente las jefaturas están comandadas por “políticos” que por debajo se nutren de cuadros técnicos, con conocimientos específicos en sus respectivas áreas.
Pero el estudio de UNSAM aporta otros datos que sirven para tener una radiografía de quienes nos están gobernando. El 31,3% de los funcionarios del gabinete nacional fueron CEOs o gerentes en el sector privado.
Veamos que pasa en el pago chico; otro experimento PRO. Quilmes está gobernado por un hombre que no viene de la política, aunque tiene un trabajo social previo y viene de familia peronista, Molina nunca militó ni gestionó en el sector público.
Desentrañar la procedencia y buscarle una identidad al gobierno de Quilmes no es tarea sencilla pero acá va el intento. Molina era un afamado chef, con trabajo social y un padre que fue un actor importante en el peronismo local; Vidal vio en él el carisma, la buena imagen y alto nivel de conocimiento. Pero Molina carecía de armado territorial; el armado que tuvo durante la campaña fue mutando al asumir la gestión y cambiando constantemente con el correr de los meses ¿Pero de dónde vienen quienes hoy acompañan al intendente?
La distribución es más pareja que en el gobierno nacional pero mantiene una preeminencia de hombres que no vienen de la política, al menos en las Secretarías (35,7%) es el caso del Secretario general, Tomás Molina; Pauluzzi en Seguridad; Kalogiannidis en Desarrollo Económico; Martinelli en Hacienda y Alberto en Legal y Técnica. A partir de ahí la distribución se divide en tres tercios, el PRO (Sotolano, Sánchez Sterli y Ponce); UCR (Pérez, García, Domene) Peronismo (Reale, Maiztegui y Ortiz).
Claro que para un análisis más profundo deberíamos tener un estudio como el de la UNSAM, ya que el gobierno tiene varios cientos de funcionarios, pero podemos hacer una aproximación para sacar algunas conclusiones. En el gobierno quilmeño de Cambiemos, conviven casi proporcionalmente hombres que no vienen de la política, radicales, peronistas y PRO puros, si es que se lo puede llamar “convivencia”. Hay fuertes contrastes en la procedencia, desde villordistas como el subsecretario de gobierno, Guillermo Galetto; anibalistas pura cepa, como la Subsecretaria de Proyectos Especiales, Sonia Lugo; sciolistas como el flamante secretario privado Reale y el doctor Maiztegui, radicales de todo tipo y hasta “liltos” y macristas de la primera hora como Sotolano. Lograr que esa paleta variopinta funcione y tire para el mismo lado es el desafío que tendrá Martiniano Molina si quiere hacer una buena gestión y para eso él mismo deberá ponerse el traje de Noe y conducir el Arca.
(Nota de Opinión publicada en el Semanario «Con los Pies en el Barrio»)