(Por Christian Skrilec) Como suele pasar, lo que todos sospechábamos que estaba mal, finalmente estaba peor. En su momento, cuando se conoció que el Municipio alquilaría un hangar del Área Material Quilmes, con aulas instaladas por la empresa BASA (Bonaerense de Aviación Sociedad Anónima), para utilizar como sede de la escuela de Policía Comunal por de 3.600.000 pesos por un año, se armó un pequeño escándalo. El gobierno de Gutiérrez justificó el alquiler, algunos medios lo criticaron, algún concejal pidió informes, y no pasó mucho más.
Para ponernos en contexto, digamos que el costo del alquiler era de 300 mil pesos por mes, y se extendió desde octubre del 2014 a octubre del 2015. En ese mismo período, la Dirección General de Escuelas de la Provincia, a través del Concejo Escolar, pagaba por el alquiler de un edificio escolar instalado en Pellegrini y Vicente López (Escuela 505), 45 mil pesos por mes.
No conformes con esto, y ante la distracción periodística y política en los revoleos electorales de octubre del 2015, la gestión Gutiérrez prorrogó el alquiler del hangar de BASA por 450 mil pesos mensuales, por un período de seis meses. En síntesis, BASA, una empresa que presentaba irregularidades manifiestas, como tener en la gerencia a una ex empleada sin domicilio comprobable, juicios abiertos en los tribunales de Lomas de Zamora y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otras perlitas, termina cobrándole al estado municipal 6.300.000 pesos en un año y medio. Bien, gracias.
La gestión Molina decidió finalizar el contrato, y trasladar la escuela a otro hangar. Esta vez, cedido gratuitamente por el Área Material Quilmes, y por más que el reacondicionamiento de el mismo para que funcione la escuela sea costoso, digamos una grosería al azar: un millón de pesos, la cifra sigue siendo irrisoria después del saqueo.
La pregunta que alguien debería responder, es si el negocio de BASA con la gestión Gutiérrez fue producto de la corrupción, la prebenda, la desidia, la idiotez, o la incapacidad; si fue un acto aislado de algún cuatrero o una decisión institucional. Todo demasiado difícil de probar, y mucho más sin testigos y/o arrepentidos. El asunto tiene pocas chances de terminar en la Justicia, pero sin dudas ameritaría una investigación.
El tema BASA es, paradójicamente, de poco vuelo, no así los primeros resultados de la auditoría que lleva adelante la gestión actual. Algunos por su obscenidad, como la desaparición de 19 vehículos municipales, o la posible sustracción de parte del patrimonio del Museo Almirante Brown. Otros, como los planes de vivienda y el programa de cooperativas Argentina Trabaja, por el robo millonario de fondos y la estafa a la población y al Estado.
El gobierno de Molina tiene la obligación de ir a la Justicia por estos temas. Presentar, o en algunos casos, ampliar denuncias preexistentes. Dar impunidad al gobierno anterior, sólo se justifica en el anhelo de garantizarse impunidad a futuro. No alcanza con corregir.
En el mismo sentido, y hablando de correcciones. Molina sigue contando con margen de maniobra para modificar el statu quo de corrupción que se mantenía en ciertas áreas. La modificación de la ordenanza que regula la actividad nocturna en Quilmes es una muestra. En otro momento se hubiera desatado una fuerte polémica, la discusión hubiese sido interminable y llevada a los extremos, sin embargo no ocurrió. La explicación de por qué pasó sin siquiera algo de ruido por el Concejo Deliberante es sencilla: la noche era un escándalo. Corrupción, coimas a cara descubierta, descontrol, menores, pista libre para el narco, y todo lo que se nos pueda ocurrir, ¿quién se va a oponer a un cambio en ese cuadro?
Lo mismo ocurrirá con el exhorto a las construcciones clandestinas. Durante los últimos seis años no se ejerció el más mínimo control sobre los constructores, los inversores y las inmobiliarias. Como mencionamos antes, no sabemos si el desastre, en este caso el urbano, ocurrió producto de la corrupción, la prebenda, la desidia, la idiotez, o la incapacidad, pero es el momento de regularizarlo.
Gracias por leer.
Publicado en la edición N° 797 del semanario «El Suburbano».