(Por Christian Skrilec) La estrategia del PRO es la misma desde hace meses, y se fundamenta en un solo concepto y no hay observación que lo pueda vulnerar: “Esta es una elección presidencial”. Este concepto, que parece una perogrullada, es mucho más que eso. No importa si los candidatos a gobernador son buenos o malos, si los candidatos a legisladores son profesores intachables o ladrones de gallinas, o si los candidatos a intendente son militantes históricos o una vedette desafortunada: acá se vota a presidente, se vota a Mauricio o a Scioli, el cambio de nuestra “propuesta republicana” o la continuidad del “peronismo-kirchnerismo-pejotismo”.
Macri, como Cristina Kirchner, como Elisa Carrió, como Menem o Duhalde, están o estuvieron convencidos que los votos son de ellos y de nadie más. Mientras están en el poder esta idea los atrapa por completo y entre adulones y asesores bien pagos terminan de convencerse. Quizás Jaime Durán Barba, o la fundación PENSAR, o Marcos Peña, o algún otro “amarillo”, haya sido el responsable de que este estatuto egocéntrico y personalista de los políticos nacionales se lleve hasta el extremo en el PRO.
Se descartaron acuerdos, se subestimaron alianzas, se sumó a regañadientes, con un sesgo “unitario” propio del siglo diecinueve. Pero con este concepto, pese a las objeciones naturales de la “real politik”, el PRO está en la cancha, y quizás el futuro le dé la razón, porque como en el fútbol, al final del camino manda el resultado.
Quilmes
En Quilmes el PRO traslado el frustrado esquema Del Sel. Muchos consideran que perder por unos cientos de votos en Santa Fe no es frustrante, pero visto objetivamente entre las primarias santafesinas y las elecciones que le dieron la victoria al socialismo, pasaron pocas semanas para que el ex Midachi hablara, y su competidor nacional, el FPV, le descontara al PRO 150 mil votos.
No obstante, Martiniano Molina no es Del Sel, su popularidad es menor, pero su nivel de conocimiento en la ciudad es muy alto, y su imagen es positiva. En agosto no le va a sumar ningún voto a Macri, pero tampoco le va a restar nada. Es el concepto que explicamos al comienzo, los votos son de Macri, y si el candidato local no le resta, por ahora es suficiente.
Molina trabaja desde hace unos quince días de manera fervorosa y esforzada para transformarse de cocinero famoso en candidato a Intendente. Camina lo barrios, se reúne con comerciantes, habla con la gente, y pega algún que otro afiche con su cara pegada a la de Macri.
El derrame amarillo
Es cierto que Martiniano no tiene la urgencia de agosto. La primaria en Quilmes es frente a un candidato que irá colgado de la boleta de Elisa Carrió, que no tiene ninguna chance en la pelea nacional con Macri.
Sin embargo, este primer resultado es muy importante con vistas a octubre. Si el derrame de la ola amarilla de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires llega a Quilmes, el PRO podría estar cosechando entre 20 y 25 puntos porcentuales del total de los votos en la ciudad. Lejos de los 40 puntos que acumularía el FpV a nivel local, pero es importante recordar que el oficialismo si tiene una interna, cuyo resultado final todavía está lejos de avizorarse. Según el Intendente Gutiérrez, su adversario no llega a la minoría, y según Gurzi, la interna es pareja y mantiene las esperanzas de imponerse.
Si Gutiérrez tiene razón y llega a un 30 por ciento de los votos, y el derrame amarillo no se produce dejando a Martiniano en 20 puntos o menos, la pelea de octubre se diluye y el “barba” marcha hacia la reelección. En cambio, si Gutiérrez tiene una elección primaria que lo deja ganando por escaso margen, y el esquema bonaerense del PRO que conforman Macri-Vidal levanta vuelo, Molina puede terminar en un cabeza a cabeza con el Intendente, abriendo un enorme abanico de especulaciones para octubre.
Por último, y frente a esta polarización establecida, todavía nadie puede aventurar cuál será el resultado de la fórmula Massa-Solá-Queijeiro en la ciudad, siendo Quilmes un distrito donde el “massismo” obtuvo un triunfo contundente en el 2013. El papel de Queijeiro condiciona los pronósticos de octubre.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición 763 de «El Suburbano»