Primero estaban en silencio, después mostraban un entusiasmo mesurado, más tarde se pusieron contentos, y ahora están exultantes. Son las tropas del Jefe de Gabinete y precandidato a gobernador Aníbal Fernández.
El “anibalismo” resucitó. Es cierto que no estaba muerto, pero si reducido a su mínima expresión. Hasta el lanzamiento de la candidatura, sólo sobrevivían tres grupos bien diferenciados: los “anibalistas” cercanos, esto es, el selecto grupo que trabaja en las cercanías de Aníbal; los de la agrupación Jauretche, que hoy comanda en Quilmes Ángel García; y los “anibalistas” históricos, que tenían un rol tangencial a la política del Jefe de Gabinete. Las diferencias siguen estando entre ellos, pero ya nadie se preocupa en superarlas, hoy todos están convencidos que Aníbal va a ser Gobernador y no ocultan su alegría.
Hasta el momento, no hay ninguna encuesta que lo de por debajo de su competidor Julián Domínguez de cara a las elecciones de agosto. La inminencia de la elección, empieza a hacer predecible un triunfo de Fernández. Primero, porque superó el fantasma que se agitaba desde el propio oficialismo, regando las versiones sobre la declinación de su candidatura o un pedido de la Presidenta para que se baje. Luego, parece haber superado también el supuesto cierre de los caciques del conurbano con Domínguez, cosa que por estas horas está seriamente en duda. Y lo más importante, pese a que Domínguez achicó la diferencia, sigue lejos en las mediciones y no parece haber tiempo para la recuperación.
Es así, los “anibalistas” empiezan a mostrarse ganadores, y especulan en qué lugar del inmenso organigrama bonaerense van a pasar los próximos cuatro años. No obstante, deberían seguir una de las máximas más usadas por su jefe: Los muertos se cuentan fríos.